La llama olímpica ha hecho su entrada en Francia, aterrizando en medio de un impresionante despliegue de seguridad. Este evento marca el comienzo de un espectáculo deportivo que, según el presidente Emmanuel Macron, “muestra el esplendor de Francia y da brillo a su legado”.

El destino de la llama fue Marsella, una ciudad portuaria en el sur de Francia con raíces en comerciantes griegos. La llama hizo un viaje de 12 días desde Grecia en el Belem, un barco de tres mástiles con 128 años de historia que solía transportar azúcar desde las colonias francesas en las Antillas hasta la metrópoli.

El encargado de llevar la antorcha a tierra fue Florent Manaudou, el campeón olímpico francés de natación de 50 metros estilo libre masculino en 2012. Manaudou luego pasó la antorcha a Nantenin Keita, una atleta paralímpica que ganó la medalla de oro en los 400 metros en los Juegos de Río de 2016.

Después, la antorcha fue entregada al rapero marsellés Jul, quien tuvo el honor de encender el pebetero frente a una multitud extasiada, estimada en 150.000 personas. Macron declaró: “Marca el final de los preparativos, los Juegos llegan a la vida de los franceses. La llama está aquí, podemos estar orgullosos”.

Para garantizar la seguridad del evento, se desplegaron alrededor de 7.000 agentes de las fuerzas del orden, incluyendo francotiradores y unidades caninas, en el Puerto Viejo de Marsella. Esto representó una prueba de tensión para los organizadores de los Juegos, ya que Francia se encuentra en su máximo estado de alerta de seguridad en un contexto geopolítico complejo. Macron afirmó: “Hay un enorme problema de seguridad en juego. Estaremos preparados. Estaremos en alerta hasta el último segundo”.

A partir de Marsella, la antorcha emprenderá una odisea de 11 semanas que la llevará a través de Francia y visitará los territorios franceses de ultramar en el Caribe, así como los océanos Índico y Pacífico. En total, unos 10.000 portadores llevarán la antorcha antes de que llegue a París el 26 de julio para la ceremonia inaugural de los Juegos.

En lugar de la tradicional ceremonia en un estadio, Francia ha planeado un lujoso desfile fluvial a lo largo de un tramo de seis kilómetros del Sena, que culminará a los pies de la Torre Eiffel.