Biles, Osaka y la salud mental de lxs deportistas: tener el peso del mundo sobre los hombros


30 de julio de 2021

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por Ayelén Pujol

El lema “más rápido, más alto, más fuerte” que el barón Pierre de Coubertin propuso en la creación del Comité Olímpico Internacional parece haber entrado en crisis en estos Juegos Olímpicos. La excelencia deportiva como camino al triunfo empezó a recibir cuestionamientos: a marcar que hay algo más allá además de la exigencia. La estadounidense Simone Biles ya había dado un aviso. “Siento que a veces tengo el peso del mundo sobre mis hombros", escribió en sus redes sociales. Después decidió bajarse de la competencia. “Tengo que centrarme en mi salud mental”, explicó.


La gimnasta más laureada de todos los tiempos es quien le pone freno a una maquinaria que -muestran los deportistas- es dañina. Biles llegó a Tokio como una de las protagonistas que más llamaba la atención. Algo así como la heredera de Michael Phelps o Usain Bolt, pero mujer, negra y con la entereza suficiente para poner en jaque hasta los modelos que impone su deporte.

“No estaba lesionada. Bueno, sí, me lesioné el orgullo”, dijo en estos días. Tiene 24 años. Fue parte de las gimnastas que denunciaron colectivamente a Larry Nassar, el médico del equipo estadounidense que abusó de más de cien niñas y mujeres, y hoy cumple su condena en presión.

 

El tabú que rodeó a la salud mental parece romperse en parte por las palabras de deportistas como Biles, que recibió el apoyo de sus colegas. "Siento que a veces la gente se olvida de que incluso los mejores del mundo siguen siendo humanos, con corazones, nervios, dolor, estrés, ansiedad, presión", escribió en sus redes Nastia Liukin, figura de la disciplina.

 

Phelps habló de su depresión después de su retiro. Contó que pensó en quitarse la vida varias veces después de competir, cada cuatro años, en los Juegos Olímpicos. Ganó 23 medallas de oro.

 

Romina Plataroti fue gimnasta y hoy es psicóloga y docente. Fue la primera argentina en la disciplina en un Juego Olímpico. Dice que todavía existe cierto tabú sobre la salud mental en el deporte. “No es lo mismo hablar de un malestar físico que de uno psicológico o emocional, pero es interesante lo que sucede con Biles, que pudo expresar qué estaba sintiendo en el ámbito del deporte de alto rendimiento, donde no es algo que se suele escuchar mucho. Ahí hay una cuestión muy presente de que la atleta tiene que tener una fortaleza mental y física indestructible”, dice.

 

No fue la única. La tenista Naomi Osaka había avisado en Roland Garros que no brindaría conferencias de prensa en Roland Garros para cuidar su salud mental. Fue multada, no se presentó a su partido de segunda ronda y admitió vivir episodios de depresión desde el US Open de 2018, cuando se coronó tras vencer a Serena Williams, una de sus ídolas.

 

“Nadie sabe todo lo que sacrificamos para ser buenos”, dice Osaka en la miniserie documental que repasa su vida y que se estrenó en Netflix. Producida por LeBron James, en tres capítulos se repasa la vida de la tenista y sus raíces culturales. Hija de madre japonesa y padre haitiano, Osaka renunció a la nacionalidad estadounidense. Es criticada por un estilo de vida muy “americano”. Le cuesta dominar el japonés. Es una más de las tantas presiones que afronta. Tiene 23 años.

 

En estos Juegos perdió en octavos de final. Los periodistas tuvieron que esperar: temieron que no saliera a responder preguntas. Contestó que le había afectado la presión. “Cuando juego me convierto en un robot”, cuenta en la miniserie. Las máquinas, como las personas, también fallan.

 

La Era de deportistas que se muestran humanos ya empezó. En Netflix Osaka le gana un partido a la joven Coco Gauff, que llora por la derrota. Le propone dar juntas la entrevista post partido. “Es mejor que la gente vea como te sientes”, le dice. El mundo ve hoy cómo se sienten estas jóvenes figuras globales del deporte.

 

“Desde la psicología del deporte yo siempre digo que hay ejes para trabajar -dice Romina Plataroti-. Uno es trabajar junto con el atleta ciertas habilidades psicológicas: mayor concentración, manejo de la ansiedad, su autoconfianza, entre otras. Después, hay cuestiones preventivas: cuando nos encontramos con señales o alertas, con un deportista estresado porque algo que lo tiene muy angustiado u otro tipo de cuestiones que tienen que ver con cuidar y acompañar el desarrollo de otros ámbitos de su vida”.

 

En estos días, aquello que antes aparecía como una debilidad -expresar estar triste, deprimido o presionado, hablar de salud mental- es una imagen de fortaleza. Sus colegas expresan que admiran a Biles por sus agallas para expresar cómo se ve afectada por las presiones.

 

El diario El País de España recuperó lo que escribió Andrea Orris, una exgimnasta de Chicago, en las redes. “La gente que la llama miedosa y traidora está hablando de la misma niña de la que abusó su médico (Larry Nassar) durante toda su infancia y adolescencia, ganó un Mundial sufriendo al mismo tiempo de una piedra en el riñón, sometió a su cuerpo a una año extra de entrenamiento por la pandemia y sumó tanta dificultad a sus ejercicios que los jueces no saben cómo valorarlos, ni su talento, porque están muy adelantados a su tiempo. Y todo ello sin dimitir de ninguna de sus responsabilidades como persona”.

 

Orris recuerda además que Biles lucha por su deporte frente a una federación que en su momento protegió a su abusador en lugar de a ella y sus compañeras.

 

Plataroti considera “saludable” que el tema de la salud mental se vuelva algo más natural o visible. “Una entrena para estar fuerte mentalmente también, pero a veces puede pasar. Pueden haber más factores que vayan más allá de la presión, que tienen que ver con su propia historia. Por eso es interesante que haya podido decir ‘me quiero priorizar’, más allá de la actividad deportiva”.

 

En un mundo en deconstrucción, quizá hay que pensar en algún lema que implique un “más despacio, más liviano, más bajo”, pero más sano.

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