Deporte escolar y Educación deportiva para el desarrollo integral de las personas


29 de abril de 2022

Compartir esta nota en

Por Emiliano Ojea

La Escuela es, para muchas niñas, niños y adolescentes, el primer contacto con el mundo del deporte; además es la única garantía del derecho al deporte por parte del Estado Argentino, por su obligatoriedad.

Allí se produce la legitimación de la Educación Física como práctica recreativa y espacio de socialización, pero que a la vez muestra sus diversos beneficios para la salud que trascenderán los muros de los establecimientos educativos.

La dimensión educativa del deporte tomó impulso sobre todo cuando el Estado asumió la responsabilidad de educar a su creciente población a finales del siglo XIX con la instauración de la emblemática y precursora Ley 1420 sancionada en 1884. Así, la también conocida como “Ley de educación común”, fue el marco que posibilitó la expansión del deporte en la educación media en todo el país y con ella acercó, desde entonces, el deporte a millones de niñas, niños y jóvenes.

En este contexto, en el cual la Educación Física empezaría a tener un lugar en las currículas escolares, comenzó a ser necesario contar con docentes especializados en la asignatura. Este fue, entre otros, el certero diagnóstico de Enrique Romero Brest, quien además de incidir en la enseñanza del deporte escindiéndola de la práctica militarista y concebir novedosos elementos como el juego y el punto de vista del alumno (Romero Brest, 1911), propició la creación del primer Instituto Superior de Educación Física –el cual hoy porta su nombre y del cual tuve el privilegio de egresar en el año 2001-.

Este camino ha quedado plasmado en leyes tales como la Ley Federal de Educación de 1993, la cual los incorpora en los tres primeros niveles educativos (Levoratti, 2015) y la Ley de Educación Nacional sancionada en 2006, que incluyó el rol del juego “como actividad ineludible para el desarrollo cognitivo, afectivo, ético, estético, corporal y social”, dando cuenta de las distintas facetas que aborda la actividad deportiva y recreativa en el ámbito educativo, entre otras.

Quienes hemos tenido el privilegio de dar clases en colegios o a grupos de jóvenes, sabemos que la Educación Física, lejos de aislar a los estudiantes de la realidad escolar o los avatares sociales, es el espacio ideal para incluir la diversidad, para dirimir conflictos, para incentivar el trabajo cooperativo y para perseguir sueños y metas comunes.

En ese sentido la responsabilidad que tiene un profesor de Educación Física es enorme. En su clase se están moldeando las subjetividades de quienes el día de mañana incidirán en nuestra sociedad. La capacidad que tiene la práctica deportiva en niñas, niños y jóvenes de propiciarles herramientas de asimilación de valores es única.

En ese sentido, y siguiendo al pedagogo Paulo Freire, la educación a partir del deporte no cambia el mundo, sino que cambia a las personas que van a cambiar el mundo. Solo en el ámbito educativo se pueden identificar por lo menos cinco aristas centrales en las que el deporte permite promover cambios: ser una herramienta para la inclusión social y educativa, la transmisión de valores, la prevención y promoción de la salud, la formación integral y el desarrollo de capacidades motoras, aprendizaje de técnicas y tácticas deportivas (Levoratti, 2015).

En ese camino la Educación Física, lejos de ser una asignatura más, es un articulador central en la vinculación que los niños, niñas y adolescentes tienen con sus cuerpos, las demás personas, las reglas y normas, los valores y los objetivos.

El deporte en el ámbito escolar despliega tres dimensiones en las que actúa: en primera instancia, es un espacio lúdico para las niñas, niños y adolescentes, donde juegan, la pasan bien y se divierten con sus compañeros; en segundo lugar, el deporte escolar impacta en los aspectos físicos de las personas, no se busca un entrenamiento arduo sino que, a partir del movimiento, los cuerpos en pleno desarrollo puedan crecer de manera eficiente, evitando problemas ligados con el sedentarismo, el sobrepeso, y otros de índole fisiológicos a la vez que se acercan al conocimiento y práctica de los deportes; el tercer y fundamental aporte es, sin dudas, el estrictamente educativo.

Es necesario remarcar la importancia de este tercer aporte. No se trata solo de que los niños, niñas y adolescentes conozcan las reglas del handball, sepan cuándo se cobra un penal en el fútbol o cuál es la técnica para correr correctamente. El aspecto más relevante en términos educativos es la incorporación de los valores ligados al deporte.

“El deporte es una escuela de vida” decía Juan Domingo Perón. Una sociedad que practica deporte, es una sociedad que tolera menos los atajos, la corrupción, la violación de las reglas y normas de convivencia, y la desigualdad. Una sociedad con esta ética se vuelve sensible ante las problemáticas sociales, ante los que pueden ser ayudados tan solo extendiéndoles la mano.

Ser docente en Argentina es tener la capacidad de no limitar tu tarea a lo que aprendiste en la universidad o a lo que te corresponde hacer por contrato. Ser docente es querer acompañar a las y los estudiantes más allá de los contenidos curriculares, interiorizándote profundamente con sus realidades. Argentina necesita repensar sus objetivos de la educación física en la escuela, ya que si queremos una política deportiva articulada tenemos que pensarla con relación a la educación que se recibe en la escuela primaria y secundaria.

Necesitamos pensar cómo fomentar en los más chicos su vocación por ser deportistas y la respuesta no puede estar dentro de la estructura escolar existente –esto es por limitaciones edilicias, presupuestarias o de capital humano–, nuestro desafío es apostar por la articulación: quw todas y todos los chicos conozcan diferentes deportes en la escuela y vincular a esta y a las familias con los clubes, con los Centros de Educación Física, con los Polideportivos Municipales, con los centros de mediano y de alto rendimiento, con las federaciones, en definitiva, con todas las instancias y ámbitos deportivos posibles.

Un niño o una niña con vocación por el deporte no deja de ser una persona en formación y, como tal, sería un error no ayudarlo en ese camino, necesitamos incluir más deporte en las escuelas. El objetivo es vincular el deporte con la educación, fortalecer aquello que les apasiona y darles mejores herramientas para realizarse como personas.

En ese sentido, la organización de competencias interescolares deberían ser una política pública en todas las provincias y municipalidades, no para encontrar campeones, sino para potenciar a la educación y al deporte; ese es un trabajo muy incipiente que encaramos en el año 2018 cuando decidimos fundar la Federación Argentina de Deporte Escolar (FADE), con un equipo de personas experimentadas en la Educación Física que seguramente escribirá otro renglón en la historia del deporte argentino en el tiempo, en un futuro cercano, o eso espero.

Hoy FADE es parte de la Federación Internacional de Deporte Escolar (ISF) y da la posibilidad a que jóvenes de todo el país participen en competencias escolares internacionales, siendo un aporte más al deporte argentino.

En otras palabras, la escuela no representa ningún límite para el deporte, ni el deporte lo es para la escuela, sino que ambos se potencian y retroalimentan, por eso cada vez somos mas y debemos ser, los convencidos y convencidas de que educación y deportes deben ir de la mano.

—-

Emiliano Ojea 
TW @emiojea
Presidente de Federación del Deporte Universitario Argentino @FeDUArgentina.
Comité Ejecutivo de International University Sports Federation @FISU
Consejero del Comité Olímpico Argentino @prensaCOA
Autor del Libro: Jugar en Equipo. Deporte+Educación=Movilidad Social Ascendente

Compartir esta nota en