Evita y el fútbol


25 de julio de 2022

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por Ariel Scher

Dicen que en la AFA no cabía un silencio más.

Ni un sonido más.

Ni un latido más.

Ni una emoción más.

Daniel Gil, el presidente de Boca desde 1948 y hasta 1953, pronunciaba lo que podía y del modo en que podía.

Así hablaba, en una ceremonia de un montón de dirigentes que provenían un montón de clubes, entre los fríos del invierno roto de 1952:

"Los presidentes de las entidades adheridas a la AFA desean, por mi intermedio, hacer destacar en esta reunión el profundo dolor que ha significado para el deporte la desaparición física de la excelsa trabajadora de América: Evita.
Por primera vez en la enjundiosa y múltiple trayectoria de la AFA, todos los organismos que la integran se reúnen en cuerpo colegiado y asamblea plenaria para, en una actitud de profundo sentido espiritual, de tocante entrega individual, dar a uno de sus actos significación tan extraordinaria, alcances tan vastos, que su resonancia expresa de manera terminante, en proyección incomparable, un sentimiento que no tiene ni puede tener parangón posible.
Este hecho insólito comporta y quiere serlo así un homenaje que ni tiene precedentes ni podrá repetirse nunca más. Pues está en nuestro ánimo, señores, que esto quede como cosa única. Que subsista en el ayer y no aparezca en el mañana. Simplemente, poderosamente, porque nuestra plegaria invoca lo que ya está determinado como una ley. Como una ley que bien puede tener algo de divino...
Aquí, señores, habla el fútbol... Musita su plegaria, su ardorosa oración por Evita".

Por Evita. Que acababa de morirse.

Cierto que no es una pieza como "Esa mujer", el célebre cuento de Rodolfo Walsh. Y tampoco luce las cadencias del "Santa Evita", de Tomás Eloy Martínez. Sin embargo, es un documento provisto de una fuerza histórica infrecuente en el fútbol. La Asociación del Fútbol Argentino, como casi nunca, tributando hacia una figura política. Podrá aducirse que en aquella argentina peronista, la entidad también era peronista. Que entre 1947 y 1955 encadenó cinco presidentes y a todos los ligaba un lazo de pertenencia con la fuerza gobernante. Que, en 1952, en los días del adiós a Evita, ejercía como jefe de la casa de la calle Viamonte el dirigente Valentín Suárez, luego referencia de Banfield, luego regresado a esa casa como interventor puesto por el dictador Juan Carlos Onganía, pero con simpatías por el peronismo hasta que, según sus palabras, "falleció la esposa del ex presidente". Y pueden añadirse más argumentos, inclusive que es más que probable que los dirigentes del fútbol que carecían de cariño por Evita habrán calculado no traslucir sus críticas. Pero ahí está, entre los documentos menos comentados y más originales del devenir político intenso que signa a la historia de la AFA: un homenaje a Evita.

Se trata, claro, de un homenaje entre homenajes. Muchos clubes reverenciaron a Eva Perón el 26 de julio de 1952, en la hora de su muerte. En términos detallados, ese lazo se evidencia en "La cancha peronista. Fútbol y política (1946-1955)", el libro en el que el historiador israelí Raanan Rein, todo un experto, reunió textos de especialistas que vertebran cómo se desarrolló la relación entre el primer peronismo y los clubes. Cuenta, por ejemplo, el sociólogo Rodrigo Daskal que la revista River, estandarte de esa institución, tituló "Nuestro dolor" y "El deporte está de duelo" y que, en la Memoria y Balance de 1952 (unos meses antes de que River inaugurara bustos de Juan Domingo Perón y de su esposa en el hall central), Evita aparece definida así: "Excepcional animadora de todas las manifestaciones que contribuyen a la formación de una juventud sana y vigorosa". River conquistó la Copa de Oro Eva Perón, que la AFA instituyó en 1952 para el equipo que consiguiera un tricampeonato. Lo logró en 1955, 1956 y 1957. La autoproclamada Revolución Libertadora se ocupó de que la copa no fuera entregada jamás.

La de la AFA y la de River resultan potentes demostraciones. Pero no aisladas. La Memoria de San Lorenzo de 1952 exalta: "Propulsora del deporte, amiga de los deportistas". Y se agregan una tarea las autoridades del Ciclón: "distribuir entre el personal de la institución, en homenajes a la ilustre desaparecida, ejemplares del libro La Razón de mi Vida". Parte de esa labor se desplegó durante los tres fines de semana que continuaron a la partida de Evita en los que no hubo partidos. 

A Evita se la enlaza con Sarmiento de Junín, cuyo estadio porta ese bautismo. Una observación retrospectiva, muy bien recuperada por el historiador platense Claudio Panella, rescata que, en 1952, cuando les tocó visitar a Sarmiento, los jugadores de Gimnasia efectuaron una ofrenda floral frente al monumento dedicado a Eva (un busto que apareció y desapareció de las instalaciones del club de acuerdo con las fluctuaciones políticas de la Argentina) y que parte de la delegación se dirigió a la casa natal de la dirigente. Gimnasia salió campeón del ascenso en ese año. Y lo terminó con una alteración emblemática: si la ciudad de La Plata había mutado su rótulo por el de Eva Perón, el club se convirtió en Gimnasia y Esgrima de Eva Perón.

De cualquier manera, no hay maridaje mayor entre Evita y el deporte que los campeonatos jóvenes que llevaron su nombre. La dimensión singular de ese fenómeno está abordada en diversos trabajos, en particular en el libro "Los Juegos Evita: la historia de una pasión deportiva y solidaria", del periodista Guillermo Blanco, en "Peronismo y Deporte", del investigador Osvaldo Jara, y en "Historia política del deporte argentino", del dirigente Víctor Lupo. Igual que en los Juegos Panamericanos de 1951 o que en otras competiciones, Eva asistió y también dio el puntapié inicial sobre el césped, casi con la estampa de cuando posó, vestida con los colores de Boca y al lado del crack Bernardo Gandulla, en la tapa de la revista Cine Argentino del 27 de marzo de 1941. Por entonces, era la incipiente actriz Evita Duarte y restaba una década para que naciera, una entre mil creaciones, el Ateneo Deportivo Femenino Evita, encabezado por la esgrimista Elsa Yrigoyen, una construcción deportiva de género aunque en aquella época esa palabra se empleara poco. No sería un proyecto único: como detectó el periodista Sergio Altieri, en los cincuenta hubo un equipo de mujeres en Costa Rica que se llamó Deportivo Evita Perón.

El Morning Star de Rosario, campeón de los Evita en 1952 con el gran José Yudica en su plantel, migró a Club Atlético Evita Estrella de la Mañana luego de que la propia Evita le sugiriera a sus componentes que castellanizaran su denominación. Inexorable: el golpe de 1955 extirpó todo eso, corroborando que el deporte constituye una arena de disputa política. Al cabo, Evita enmarcó también su comprensión de la política desde el universo del deporte, en especial cuando legisladores opositores cuestionaban torneos como el que festejó el Morning Star. En agosto de 1950, durante una entrega de premios a los pibes futbolistas porteños que habían intervenido en los Evita, ella desafió bien a su estilo, jugando fuerte: "¿Es que su egoísmo llega a tanto que les molesta la alegría infantil? Al votar contra la realización del campeonato infantil, estaban votando contra la niñez argentina, pero, sobre todo estaban votando contra la felicidad de los niños pobres porque los ricos tienen muchos lugares donde pasear y todos los medios para practicar deportes".

En esa exposición florecía el retrato -con identificaciones y con rechazos- de una era: los pibes, Evita, Perón. Quizás nadie lo nhaya narrado con un pulso tan maestro como el de Osvaldo Soriano en "Aquel peronismo de juguete": "En el verano del ’53, o del ’54, se me ocurrió escribirle. Evita ya había muerto y yo había llevado el luto. No recuerdo bien: fueron unas pocas líneas y él debía recibir tantas cartas que enseguida me olvidé del asunto. Hasta que un día un camión del correo se detuvo frente a mi casa y de la caja bajaron un paquete enorme con una esquela breve: 'Acá te mando las camisetas. Pórtense bien y acuérdense de Evita que nos guía desde el cielo'. Y firmaba Perón, de puño y letra. En el paquete había diez camisetas blancas con cuello rojo y una amarilla para el arquero. La pelota era de tiento, flamante, como las que tenían los jugadores en las fotos de El Gráfico".

Vueltas de la vida, vueltas de los mitos: Diego Maradona nació el 30 de octubre de 1960 en Lanús, en el Policlínico Evita. Vueltas de la Argentina: ese centro médico dejó de ser Evita durante 33 años a partir del golpe de Estado de 1955. Vueltas de la vida, de los mitos, de la Argentina y del fútbol: algunos de los primeros brillos públicos y algunas de las primeras lágrimas públicas de Diego fluyeron mientras jugaba los campeonatos Evita. 

"Evita capitana" es la película de Nicolás Malowiki que, cabalgando entre lo documental y la ficción, sitúa a Eva Perón a favor de Banfield en la final del campeonato de fútbol de 1951 frente a Racing, que sería el ganador. Ese eje también atraviesa al libro "Banfield-Racing. Todos unidos triunfaremos", del periodista y músico Víctor Raffo. En un tramo de esa obra, se consigna que, ya enferma, Evita le consultó al periodista Enzo Ardigó sobre ese partido y que volcó su apoyo a Banfield cuando le explicaron que "un club pobre" andaba cerca de dar la vuelta olímpica en la máxima categoría. Ese episodio no implica una distancia hacia Racing, que el 26 de julio de 1952, en el acta número 24 de la comisión directiva, manuscrita y de carácter extraordinario, califica como "infausta" noticia de la muerte de Evita, a quien valora como "defensora de los humildes y de los sufrientes, benefactora del deporte". No se traban de elogios inaugurales: ya en 1947, el presidente Carlos Paillot le había enviado una carta a Eva para notificarla de que Racing la designaba socia honoraria. Hubo más que una carta: en la parte inferior de la tapa de la revista Racing de 6 de agosto, quedó publicada la foto en la que Paillot y Ramón Cereijo, el ministro de Hacienda tan arraigado como gravitante en Racing, le entregaron ese documento. El resto de la edición muestra a Evita en una página atrás de la otra, al pueblo que la llora y a su presencia en el estadio del club.

De cualquier manera, la expresión "Evita Capitana" demoraría un tiempo en retornar al vocabulario del fútbol, en particular al de la AFA. Acontecería recién en 2012 porque la casa mayor de la pelota nacional le puso así al trofeo de la competición que iba hasta 2013. Cuando eso pasó, la vieja disertación de Daniel Gil dormía un sueño extenso y olvidado en los archivos. No obstante, el cierre del discurso conservaba y conserva, más allá o más acá de cualquier evaluación política, su lado poético y su carga afectiva: "Señores: ante el recuerdo de Eva Perón, alma de nuestro pueblo, sólo cabe, a fuer de venia ante la compañera que se ha ido, la frase que comulga con su credo, sincero, de pureza diáfana, porque está expresado en el decir de multitudes: el fútbol del potrero humilde y de la cancha imponente te dice Presente, ¡Evita!".

Siguen sin caber ni un sonido más ni un silencio más.

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